A veces hacen falta alguna que otra salida al balcón para que te de el aire lagunero en la cara,
pero solo consigues que se te quede la frente llena de hollín.
Mientras tanto, las conversaciones nocturnas de aliento y desaliento
son el mejor analgésico contra el vértigo de subirse a los tacones de los placenteros veinte centímetros los días de sal en la piel y nubes en la cumbre.
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bocanada de aire!