A veces no sabemos cuan
afortunados somos por tener algo al que
apegarnos, por tener personas-bastón que se preocupen por nosotros o
simplemente alguien a quien querer. Somos tan inconscientes de eso, que nos
dedicamos a desecharlo y a tratar como algo inútil a aquello que nos da la
utilidad de ser seres útiles. Todo pasa. Y el tiempo pone a cada uno en si
sitio. Unos serán mas afortunados que otros, y mucho fingirán ser afortunados
pero en el fondo se dedican a fabricarse una vida mediocre de desfortunio.
(pero eso solo le pasa a los sudados que se empeñan en vivir más allá de
sus posibilidades sentimentales, los que valen menos que su propia vida — dejémoslo
estar).
Y cuando sabes que eres
afortunado y cuando no?
Todo pasa y todo queda. Ahora, que pase o se quede solo
depende de una cosa… y no precisamente de cuantas velas le enciendas a San
Antonio para que te consiga trabajo, novio o aparcamiento.
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