16.11.23

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un clavo no va a sacar otro clavo si lo que está roto es el martillo y para saber si está roto o no el mejor consejo es que lo agarres bien por el mango sin pena ni penuria. como la sartén donde te fríes los huevos fritos que si no la coges bien se te desparraman las papas al darle la vuelta a la tortilla y te quedas con un amasijo descompuesto que te lo puedes comer pero no es lo mismo ni de lejos ni de cerca. ayy qué bueno el martillo o el mazo bien cogido dando, dando, pum, pum y contradiciendo a los sabios, sin rogarle a ningún Dios ni a ningún santo, pordios!
estas son esas cosas que se siente con la víscera y luego padentro. con las manos llenas de nada, porque no tienen por qué estar llenas de algo, solamente con ganas de peinarse la piel con las yemas después de esa guturalidad sorda. que buena la curita del vacío existencial y que bueno el placer de las sincronicidades del destino o del libre albedrío, que bueno. placer, placer. el del enroscamiento y estirar fuerte los dedos de los pies. no hay mirillas por las que mirar ya porque las puertas están abiertas como si yo fuera un museo en domingo. jarrrrrtísima estoy, como paloma en día de boda pintando rayas en el suelo con tiza a veces literal y otras figurada. no hay mayor placer que el de guisarse un huevo para ahora y otro para después. ese y el de martillar para bien agarrando fuerte el mango.

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