Las ausencias en esta casa son como puertas giratorias que se encienden en llamaradas de incendios descontrolados de las velas que prendí sobre el ladrillo pelado que pide a gritos que lo usen para algo que no sea aguantar la benevolencia del polvo que cae del cielo y se amontona en las esquinas mal barridas del eterno pasillo que se estira a lo largo como un túnel del que no se ve el final desde el principio y está torcido como la melancolía de los muros de piedras sueltas y cal sobrepasada por el aliento de las flores quemadas por el sol y del desperdicio de la comida que se pierde en el olvido de una nevera mal calzada que cuenta historias rocambolescas de todo lo que vió alrededor suyo como una espía que le guarda el secreto a los rebeldes que fueron y a los que no se atrevieron a serlo.
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