Todavía me acuerdo de cuando me sentaba en el filo de la bañera a hablar por teléfono y las cuatro paredes del baño eran las únicas que se enteraban de las confesiones típicas de amoríos fortuitos y despechos matutinos. Creo que las cosas han cambiado, pero las confidencias inocentes seguirán siendo costumbre.
Anoche aprendí la lección de que el tiempo es oro, que el que no corre vuela y que debajo de cualquier fachada, existen idiosincrasias apasionadas con todas sus letras. Creo que nunca había dicho nada de ti. Y está mal… porque tú eres de los que siempre está, a las duras y a las maduras, y (a lo tonto, a lo tonto) me has enseñado a quedarme con lo bueno de las cosas. Aunque digas que las amistades con complejo de piña son efímeras y aunque esto te parezca la mayor tontería del mundo que jamás verás, me he acostumbrado a seguir tu filosofía.
Ya va siendo hora de que te de las gracias, no solo por llevarme en coche, ni por ser simplemente el que nos alegra las fiestas,si no por inculcarme que el miedo es perecedero en las ya frecuentes conversaciones nocturnas por la autopista norte.
Me alegro de haber reiterado tu apariencia con un ‘’ey chicas, compi nuevo de grupo… pero es un chico, eh’’ (en verdad no me acuerdo ni que dije jaja).
No hay comentarios:
Publicar un comentario
bocanada de aire!