29.11.19

Antes esto era moderno, ahora es vintage.

Que raro es volver a escribir aquí, pensé nunca lo volvería  a hacer...total, ya nadie lee estas cosas. Bueno, por esa parte mejor, porque es como desnudarte delante del espejo del baño, donde te ves a ti misma, tal cual estás sin que nadie pueda romper esa intimidad, a veces tan solitaria, otras tan necesaria.

Me he mirado tanto en el espejo del baño en estas últimas semanas que ya he perdido la cuenta de cuantas veces han sido. Hay días donde me identifico con lo que veo, otros que ni me reconozco. 
Le he sacado bastante partido a ese espejo últimamente también, como vía de escape a veces, otras buscando mi amor propio. 

No sé que reflejo veré  cuando regrese a casa. 
Hay día en los que ni me siento de allí y otros en los que creo que es mi lugar para siempre. Que pena y que alegría a la vez. 

Se ha mirado tanta gente en ese espejo... eso me pone contenta porque me encanta tener gente en casa. La vida me la dan así. Las visitas programadas, y las inesperadas, las fiestas con personas a las que quieres y el botellón en el balcón. 

El reflejo antes era diferente, más que nada porque acogía a dos cuerpos en vez de el mío solo. También se ensuciaba más por esas salpicaduras torpes, pero bueno eso no importa. Era un reflejo feliz. 
Ahora lo es, no ha dejado de ser feliz, pero simplemente es diferente.

Otra luz,
otro vaso para el cepillo de dientes,
otra toalla,
el mismo espejo.


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