Antes
que nada, quiero decirte: todo viene y va, sube y baja y sin embargo, la vida
no es tan difícil, es un fluir. Fluye agüilla de barranquillo, fluyendo como
aire sobre este mar profundo. Es importante saber cuándo empieza a subir la marea,
negra, suburbana, que te absorbe incluso en el pueblo, pequeño pero inmenso. Infinito.
Como el universo infinito, lleno de lucecitas y tan negro carbón, azul
terciopelo, rojo fuego, verde oliva… Aceitunas
redondas y verdes como tus pupilas redondas, iris azul mar. Envuélveme, por
favor, rodea mi ser y hazme sentir. Como tus besos, que me los como a
mordiscos, me bebo el café matutino: estrellas, soles, el infinito.
El cadáver exquisito es un
juego que, según Lara, lo jugaban los escritores surrealistas para crear obras.
Nosotras
escritoras no somos, aunque las dos escribimos cosas, muchas cosas.
Surrealistas sí, eso sí.
Gustavo no sé si será escritor o surrealista,
pero tiene cara de poetiso sensible los días de jolgorio.
Estábamos los tres un
poco borrachos, con la monja en frente,
una Luna en cuarto creciente que se escondió
detrás de La Palma a las 3 de la mañana
y
los corazones con un poco de pupita.
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