vomitona

quiero comerme cientosesentaytres mandarinas maduras sabrosas jugosas. empurrarmelas contra la boca y que el jugo se me derrame por los brazos para lamérmelos después y quedarme con las manos pegajosas oliendo a cítrico dulceamargo.

quiero pelar ocho kilos de pistachos con los dientes y que se me astillen las paletas y se me queden serruchadas para morderte luego.

quiero sentarme en la cama con olor a humedad y que las mopas del suelo se me suban por las patas y se posen en mi cabeza, haciéndome trenzas en el pelo.

quiero que los gatos aprendan a hablar.

quiero leerme todos los poemas de todos los libros que nunca me compré y arrancarle las páginas y escupir sobre ellas para que se peguen los unos a los otros y no sean muchos sino solo uno.

quiero tocar las teclas de mi piano y que suene a lágrimas negras y cantar alto tu amor da miedo me huele desde lejos rabioso perro negro ladrando en mi jardín.

quiero volar.

volar alto,

volar lejos.

quiero nadar.

nadar hondo,

nadar lejos.

quiero tocar todos los troncos de todos los árboles del monte aquel al que me gusta ir a veces a ver las hojas caerse de las ramas y que el sol me de en la cara y la lluvia también.

quiero hacer la voltereta cuesta abajo y tirarme por la bajadita en la bici con los pies clavados al suelo y la suela de los tenis se me quede lisa como la hoja del cuchillo de la tercera gaveta.

quiero dormir noventaycuatro horas seguidas y levantarme con los ojos como pompas de chicle.

quiero más cosas, como la receta de las croquetas de mi abuela apuntada en una libreta rota o que me prestes tus anillos para ponérmelos yo y besarte las yemas de los dedos a ti, desnudos calentitos con las uñas enterradas.