25.1.23

palomas

La vela blanca prendida todo el día, hago llaves de judo contra mi misma que abren las puertas de las puertas, las partes de las partes, las heridas de las heridas cosidas con cuidado y amor. Truenan las nubes arriba en la cumbre pero en las orillas de mis ojos hay solito y se me calientan los pies leyendo en la azotea al ritmo del aleteo de las palomas que tiene mi vecino como mascotas. Las llama con un paño atado a un palo para que vuelvan a meterse en la jaula hasta mañana. Si llueve no salen a volar. Ellas seguro que tampoco saben que lo que está haciendo Shakira es poesía pero porque son más de prosa surrealista, como yo. Un día encontré a un alma que era increíble pero estaba muy marchita y a veces me sale pensarle cuando miro la Luna y me acuerdo de lo picuda que era y de los agujeros que me dejó en la barriga por donde pasaban los rayos de sol a las tres de la tarde que es a la hora en la que la luz entra por las ventanas sucias de esa forma tan bonita. Pero no pasa nada si los cristales están embostados de tierra porque la función la siguen cumpliendo. El sol sigue pasando por ellas de esa forma tan bonita a las tres de la tarde y me caliento las tripas.  Las canciones que escuché una noche se me quedaron enganchadas a la piel. Siguen sonando a momentos, porque no duelen, ya no se me desgarra la carne. El humo de la salvia se me enquista en los párpados cuando los cierro para verte frente a mi. Ahí estás, hola. Dame las manos para bailar encima de ellas los sonidos del mar y de los árboles. Yo también tengo picos de penca incrustados en las palmas, en las alas. Hoy no está lloviendo, vamos a salir a volar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

bocanada de aire!