Que peligroso es cuando entro en bucle. Y se riza. Se estira. Se vuelve a rizar. El bucle garabatea. En mis pensamientos, en mi estómago y hasta en mi piel.
Sale, entra, sale, entra y aunque lo tumbo, se vuelve a poner de pie.
A veces el bucle esta bien. A veces no.
Demonios, demonios, demonios.
Entrañas, entrañas, entrañas.
Cuando me asomo al agujero del tornado, que es como una claraboya en las tejas, me observo desde ahí. Me miro a la cara, de frente, ensanguinda. Con pena, con rabia, con tristeza y con un poco de sudor. Sudor frío sobre mi cuerpo caliente.
Me observo. Me mido. Y digo ese garabto eres tú. Formas parte de él. Y ahí está. Oscuro, como yo.
Denso, como yo.
Podrido, como yo.
Menos mal que el bucle, casi nunca pasa ya.
Ya no soy tan oscura.
Ya no soy tan densa.
Ya no estoy tan podrida.
Menos mal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
bocanada de aire!