4.5.21

Quiero ir a La Caleta a bucear

Es una sensación que ya conozco.

No es que la haya tenido ya antes.

Pero ya la conozco.

Es parecida a la sensación de cuando estoy buceando con mis gafas rayadas y mi tubo en La Caleta [Y digo La Caleta, porque es mi sitio favorito en el mundo para bucear. El sitio donde sé bucear. Porque ya sé dónde están las piedras colocadas y como entran las olas. Y como tirarme de cabeza. Es casa] y cojo aire fuerte y me meto hondo en perpendicular. Enfilada y en picado con las piernas apretadas y los pies en punta, dosificando el aire que suelto, porque hay una concha de erizo que está bonita. Y la quiero. Tengo muchas, pero quiero esa también. Esa sensación, que se parece. Cuando parece que se me van a vaciar los pulmones si sigo aguantando el aire. Que los oídos se me van a estallar. Esa. Y sigo bajando, porque sé que puedo aguantar un fisquito más. Aunque esto depende de lo hábil que sea a la hora de sacar la concha o de lo metida entre las piedras que esté, más bien.

Pero hay otra que se parece también, que me recuerda a la de cuando, sin aire ya, con la concha metida en la braga del bañador para que no se pierda, toco fuerte la piedra con el pie y siento el alivio de subir. Y ver cómo la primera capita del agua se acerca a mi cara. A mis gafas rayadas. Y lo miro encandilada. Y aunque quiero salir impulsada rápido porque me mareo de no respirar, intento hacerlo más lento, para disfrutar con las gafas rayadas la capita de arriba del agua. Esa. Se parece también.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

bocanada de aire!